Suspiros de España (1985). Pesadilla catódica 20/110.
La máxima del programa que hoy nos ocupa venía a ser algo así como que el más tonto del pueblo podía expresar su opinión en la tele (y cuanto más largo fuera el rabito de la boina del susodicho mejor que mejor).
Una furgoneta unidad móvil con forma de fotomatón iba recorriendo los pueblos más pequeños de España con el fin de ser el altavoz del pueblo. La gente podía hacer lo que quisiera, tenía su momento de fama.
Risas, cortes, solicitudes de auxilio o socorro, insultos al vecino, quejas a la mujer, autopropaganda acerca del tamaño del otro rabito (el que no es el de la boina), exhibicionismos, chistes malos, imitaciones impresentables, y cómo no, canciones de todo tipo (coplas, fandangos, jotas…).
En definitiva, un programa que bien vale un serio estudio antropológico sobre la necedad social y otro psicológico sobre qué coño nos pasa cuando nos ponen delante de una cámara de video.
Este programa fue el abuelo del mítico (y uno de mis favoritos) “El semáforo”. ¿Quién no se acuerda de Cañita Brava demostrando su xenoglosia? ¿Y a aquel vampiro que bebía sangre de vaca porque no le dejaban beber sangre humana en televisión? Yo como siempre, aconsejo al poder judicial y a las autoridades sanitarias que vuelvan a abrir los sanatorios mentales y nos encierren a unos pocos por un tiempo…
Una furgoneta unidad móvil con forma de fotomatón iba recorriendo los pueblos más pequeños de España con el fin de ser el altavoz del pueblo. La gente podía hacer lo que quisiera, tenía su momento de fama.
Risas, cortes, solicitudes de auxilio o socorro, insultos al vecino, quejas a la mujer, autopropaganda acerca del tamaño del otro rabito (el que no es el de la boina), exhibicionismos, chistes malos, imitaciones impresentables, y cómo no, canciones de todo tipo (coplas, fandangos, jotas…).
En definitiva, un programa que bien vale un serio estudio antropológico sobre la necedad social y otro psicológico sobre qué coño nos pasa cuando nos ponen delante de una cámara de video.
Este programa fue el abuelo del mítico (y uno de mis favoritos) “El semáforo”. ¿Quién no se acuerda de Cañita Brava demostrando su xenoglosia? ¿Y a aquel vampiro que bebía sangre de vaca porque no le dejaban beber sangre humana en televisión? Yo como siempre, aconsejo al poder judicial y a las autoridades sanitarias que vuelvan a abrir los sanatorios mentales y nos encierren a unos pocos por un tiempo…
1 Comments:
At 3:34 p. m., Anónimo said…
¿quién es el fotógrafo psicópata que le ha puesto esa luz cenital a Mr. Cañita?
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