La Pradera Sin Ley

La Pradera Sin Ley, también conocida como la pradera sin madre evoca una época de grandes descubrimientos que serán redesvelados a través de este blog. Todo lo que aquí se describirá tuvo existencia real (aunque fuera por momentos).

25.4.06

Kiosko (1984). Pesadilla catódica 13/110.

Siempre me ha parecido que los programas infantiles que tratan a los niños como si fueran zombies lobotomizados son dignos de vergüenza ajena. Me gusta partir de la base de que a los nenes hay que tratarles como si fueran adultos y explicarles aquello que no entiendan del lenguaje sin tener que por ello rebajar el lenguaje "más amplio" que el del pequeño.

Reconozco y prefiero la grandeza del oso Yogui y la mala leche de los Fraguel Rock frente a la didáctica de esos que se empeñan en enseñar siempre y a toda costa a los pequeñajos que se acercan a la televisión.

El kiosco sustituyó a Dabadabadá, ya nos quedábamos sin padre (Torrebruno dejaba la tele para irse a su querido circo). Se despidió en el especial de navidad que se grababa en Juvenalia en 1.984 acompañado de Maria Luisa Seco, Verónica Mengod, Teresa Rabal y Los Electroduendes (que habían pasado de La Bola de Cristal a su propio espacio).



La guapa Mengod se ocupó del magazine destinado a lobotomizar a los niños entre 7 y 12 años. Era un kiosco, en mitad de un parque o jardín en el que había diferentes acutaciones (desde ballets del agrado del duque de Feria, jueguecitos inocentes y crímenes musicales variados). Por ver a Verónica humedecerse los labios con la puntita de la lengua uno veía lo que hiciera falta. Alberto Closas junior ayudaba tanto a Verónica que acabó casándose con ella. Mientras, Pepe Carabias se hizo otra vez de peluche: Pepe Soplillo.

El mono de Torrebruno se suplió con otro chute letal: Joe Rígoli. El dentudo vino de sudamérica por los años 70 y acaparó gran parte de la escena trash a base de hacer el anormal. El cine sarnoso que tanto nos gusta aprovechó la ocasión para realizar un par de joyas irrepetibles: "Bienvenido, Mr. Kriff" y "El pobrecito Draculín".



Rígoli se responsabilizó de un mini concurso muy parecido a la ruleta de la fortuna. De su cosecha, bueno, mejor de la cosecha de su pariente Felipito Tacatum era la muletilla "¿Yoooo? sigo! ¡Yooo sigo! análoga en cierto sentido al "Comoooorr" de nuestro querido Chiquito de la Calzada.

2 Comments:

  • At 8:58 a. m., Blogger Queco said…

    Creo que era aquí donde había unos tremendos concursos para críos, hubo uno de doblar películas que era delirante.
    Pero lo que más me traumatizó eran los "vídeos musicales hechos con niños", que los ponían a bailar con una canción de moda en la misma plaza de decorado.
    ¿Y aquí no salía el J.R., o sea, José Ramón Sánchez, dibujando, también...?

     
  • At 2:31 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Si miras con atención esos "vídeos musicales hechos por niños" verás que el papel masculino lo hacía siempre un niño muy moreno y con los dientes muy pronunciados... con el paso del tiempo ese niño se convertiría en el artista hoy conocido como Joaquín Cortés

     

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