La Pradera Sin Ley

La Pradera Sin Ley, también conocida como la pradera sin madre evoca una época de grandes descubrimientos que serán redesvelados a través de este blog. Todo lo que aquí se describirá tuvo existencia real (aunque fuera por momentos).

21.6.06

Starman, los nefilim y las camisas de leñador.

Hace algunos días ya que no pongo las manos sobre el teclado y sigo esperando ofertas de editores, organizadores de festivales de cine, productores de televisión y toda esa calaña de gente que sin saberlo hacen posible que exista este blog.

Dicen que lo prometido es deuda y hoy pago yo porque recientemente el señor Brithuss me lanzó un guante para que escribiera sobre Starman. Lo que el pobre no sabía es que iba a desencadenar una serie posts sobre el cine del Howard Hawks de los 80, el señor John Carpenter.



Quien espere encontrarse una película del nivel de La Cosa puede empezar a tirarse de los pelos de ahí mismo. El tema fantacientífico forma parte de la encrucijada de western y melodrama con el que el carpintero de cáncer en la piel “engañó” a los productores que le utilizaron como cuarto plato después de nombres como Adrian Lyne, John Badham o Mark Rydell. De todas formas, el resultado comercial fue bueno y aunque nos parezca increíble es su película más galardonada.

La historia comienza con el lanzamiento de la Voyager II con un mensaje de paz y amistad a otras posibles formas de vida en el universo infinito. Para fliparlo es que lleve grabado el “I can’t get no satisfaction” de los Rolling Stones. El caso es que la misiva llega a un planeta con vida y nos mandan a un extraterrestre que según mismo el reconocerá se dedica a hacer mapas de las estrellas. El recibimiento es el típico de los USA, un par de “misilazos bien plantaos y a tomar por culo”, por si acaso luego preguntamos.

Aquí empieza la crítica típica del tío Juanito a la estructura militar norteamericana y a su poder, porque incluso interceptan la radio de la policía para mejorar la búsqueda de ese extraterrestre. El fin que justifica siempre los medios. Más adelante prepararán un completo quirófano para practicarle la autopsia una vez capturado.

Pero volvamos a la peli, porque en estado ebrio y en bragas (modo fácil) lo espera Karen Allen, empeñada en pillarse el pedo del siglo con una botella de vino para superar la muerte de su marido en lugar de leer “La rueda de la vida” de Elizabeth Kübler-Ross. Es evidente que tiene una pistola para matar al ser extraterrestre que se ha autoclonado a través del unos cabellos de Bridges que la viuda ¡conservaba en el álbum de fotos! (aclaro para tranquilidad de los lectores que esta es la parte de ciencia ficción y Jeff Bridges sólo hay uno) inundando todo de color azul y que dice “salutaciones”. El siguiente paso será pedirle que lo lleve a Arizona, allí aparecerá en tres días la nave nodriza para llevarlo a casa. El coche es de lo mejor de la peli, un Ford Mustang pintado de negro y naranja.

La verdad es que el principio de la cinta es bastante lento, la acción tarda casi media hora en empezar a desarrollarse pero luego resulta entretenido como van siendo perseguidos por el Marshall de turno (el bueno de los malos) y por el ejército americano. Habrá algunos que estarán pensando si no voy a hablar del temita rollo sexual y de cómo deja embarazada a una mujer yerma.

Pues voy con ello porque es más complicado de lo que parece. Igual Iker Jiménez me coge la idea para alguno de sus escatolomentales espacios radiofónicos o televisivos. Starman no es ni más ni menos que lo que se conoce en el Génesis (sí, el primer libro de la Biblia) como nefilim. Una raza de gigantes que enseñaron al hombre el arte de la guerra, pero también la magia y la astrología. Es decir, a hacer ciencia. Esto mismo pasa en la mitología griega con Prometeo (le dan el fuego). Dios castiga la desobediencia con la muerte de los nefilim y la condena de sus rebeldes padres a la oscuridad del infierno. Es decir, los nefilim son mitad hombre mitad ángeles. En definitiva, Dios condena la fusión entre seres “diferentes”. La única excepción es su Hijo, Jesús (nacido de una concepción inmaculada e imposible en la que el ángel San Gabriel toma parte).
La historia parece sugerir que la raza humana se ha desarrollado gracias a la intervención de un grupo de rebeldes que son castigados por ello.



En la película aparecen más clases particulares de Cristología, Starman tiene el poder de sanación (aunque sea con ayuda de las bolitas de aceite que venden en The BodyShop), resucita nada más y nada menos que a la madre de Bambi, a la que había matado un cazador. De esta forma Carpenter nos desclava la espinita que teníamos en el inconsciente muchos niños que fuimos aterrorizados con ese cervatillo que se había quedado sin mamá (seguro que tiene alguna connotación psicoanalítica).
Su otro milagro, que también emparenta con la Disney es el beso con el que resucita al personaje de Jenny Hayden y que tiene mucho de Blancanieves.
El último ejemplo de milagro imposible es que se pone a nevar en el desierto de Arizona cuando llega la nave a salvarlo.

Todo el metraje es un viaje iniciático por las diferentes Américas que constituyen la capital del imperio, mítica es la parada en Las Vegas a la que paradójicamente llegan sin dinero. El extraterrestre es capaz de trucar las tragaperras y saldrán de allí en una limusina a cambio de una moneda.

Jenny no llegó a tener a su bebé en la película. Sin embargo en la serie de televisión, hecha en 1.986 se narra el proceso de reunificación familiar siguiendo los pasos del padre y el hijo, que van buscando a la madre en moto (como Marco y su mono). Para el recuerdo ese niño con un ojo mirando a cámara y el otro a Oriente que iban haciendo el bien por esas carreteras de Dios… y huyendo del ejército (como el Equipo A).



Mi conclusión personal es que nunca una camisa de cuadros de leñador rojos había dado para tanto. Esa camisa debe valer una pasta. Bridges, parece más el niño salvaje de Aveyron que un extraterrestre supertecnológico. Está “empanao” y toda la película está trufada de gags absurdos como: cuando el semáforo está verde pasas, cuando está rojo paras y cuando está en ámbar aceleras… lo he aprendido de ti… O cuando le pregunta: ¿por qué el postre se como al final?

La película me gusta porque se intuyen esas características que han hecho el cine de Carpenter sorprendente y diferente (aunque nunca sabes si te va a tocar una peli sorprendente o sólo diferente), que siempre incluye reminiscencias de géneros tan amados por el que escribe como el western. Que siempre aporta crítica social (cosa que en su país no es fácil). En definitiva, que me gusta la peli ostias. De la serie no tengo un recuerdo muy claro.


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